Acute lymphoblastic leukemia (ALL) is the most common malignant neoplasm in childhood, with the highest incidence occurring between 10 and 14 years of age in the Mexican population. ALL results from the abnormal proliferation of a malignant clone of leukocytes. The Mexican pediatric population exhibits idiosyncratic characteristics that are associated with a less favorable prognosis compared to the Caucasian population. In 1847, Rudolph Virchow first coined the term leukemia. In 1976, the French-American-British classification was introduced, which described the morphological characteristics of leukemic cells as L1, L2, and L3, providing greater diagnostic accuracy and distinguishing between myeloid and lymphoid leukemia. At that time, the disease-free survival rate was 20%. In 2008, the World Health Organization (WHO) introduced an immunological classification based on the immunophenotype of leukemias, marking a new era in the prognosis and clinical management of the disease. This classification reduced interobserver morphological diagnostic errors by identifying antigens that classify the cell lineage and maturation stage. The expression and combination of cellular antigens, as well as molecular rearrangements, are directly associated with the prognosis of ALL. Treatment has evolved alongside diagnostic advances in recent years, with strategies aimed at limiting treatment-related toxicity through safer chemotherapy regimens. La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es la neoplasia maligna más frecuente en la infancia, presentándose con mayor incidencia entre los 10 y 14 años en la población mexicana. La LLA resulta de la proliferación anormal de una clona maligna de leucocitos. La población pediátrica mexicana presenta características idiosincráticas que se asocian a una evolución menos favorable, en comparación con la población caucásica. En 1847, Rudolph Virchow acuñó por primera vez el término leucemia. En 1976 surgió la clasificación Franco-Británico-Americana, la cual describió las características morfológicas de las células leucémicas como L1, L2 y L3, brindando mayor certeza diagnóstica y diferenciando entre leucemia mieloide y linfoide. En esa década, la sobrevida libre de enfermedad era del 20%. En 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) introdujo la clasificación inmunológica basada en el inmunofenotipo de las leucemias, marcando una nueva era en el pronóstico y la evolución de la enfermedad. Esta clasificación permitió reducir los errores de diagnóstico morfológico interobservador mediante la identificación de antígenos que clasifican la estirpe celular y el estadio de maduración. La expresión y combinación de antígenos celulares, así como los reordenamientos moleculares, se relacionan directamente con el pronóstico de la LLA. El tratamiento ha evolucionado en paralelo con los avances diagnósticos en los últimos años, con estrategias dirigidas a limitar la toxicidad del tratamiento mediante ciclos de quimioterapia más seguros.
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Dimitris Papaioannou, Ioannis Christou, Nikos Anagnou et al.
Sbibih, Yousra, Bensalah, Mohammed, Slaoui, Mounia et al.
Hill, Rachel, Thomas, Lindsey, Farbo, David et al.
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